Aquel reportaje buscaba la naturalidad, capturar cada momento tal y como pasa y guardar cada gesto, cada mirada, de manera que cuando lo volviéramos a ver pudiéramos recordar una y otra vez, devolviendo nuestra memoria hacia uno de los días más felices. Aquella posibilidad de hacer el reportaje en exteriores y trasladarnos al mismo paraíso significaba algo especial, nos devolvió unas imágenes naturales y espontáneas. Estos días previos a la boda también son parte de nuestro legado visual. Para nuestros hijos y nietos, estos momentos se convertirán en una herencia visual. Verán como compartíamos nuestros besos de novios y muy pronto también aquí, os verán como marido y mujer. Verán cada lágrima, sentirán cada abrazo…
Hay una historia en cada foto. Parar el tiempo es una oportunidad para escapar del estrés, del vértigo incierto de nuestras vidas y disfrutar uno del otro, sentirse queridos y vivir el amor…